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25 de septiembre de 2010

Crear dos, tres... muchos "Clarín miente", es la consigna

Todavía me acuerdo de un viaje que hice a Capital Federal, en Abril del 2008, mientras el conflicto gobierno - patronales agrarias estaba en plena ebullición. El bondi se iba metiendo por los eternos zigzags, curvas, rotondas, bifurcaciones, confluencias, cruces, subidas y bajadas de las larguísimas autopistas que conectan el "más allá de la General Paz" con la París Sudamericana. Pasamos las paradas de Zárate y Campana y ya nos íbamos metiendo lentamente (no hay otra manera de hacerlo) en ese infierno de hormigón y mala onda que tanto me fascina, conocido como Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es que ahí nací yo y de ahí nos fuimos con mi familia cuando yo tenía 6 añitos. Aclaro algo: Amo a esa ciudad. Quizá porque no tuve que vivir en ella de la primaria para adelante, quizá porque no me tocó sufrirla, pero la amo. Puta, si disfruto como un chino cada vez que voy. Miro el obelisco, los carteles y las avenidas cada vez como si fuese la primera vez. Soy algo así como un "porteño pajueranizado", qué le vamos a hacer.
Volviendo al bondi: De pronto ocurre que, mientras iba mirando el paisaje del conurbano, con el sol iluminando desde hacía ya algunos minutos, vi algo que me llamó la atención: unas pintadas, hechas a lo largo de un largo paredón, con letras grandotas y contundentes, que decían "Clarín miente" y "TN miente", o algo parecido.
Y, ¿viste cuando ves algo y decís "bueno, sí, más vale", pero sin embargo te deja pensando? ¿Como esas verdades esenciales que son invisibles a los ojos, y que de pronto alguien te las hace visibles?
Y es que, en realidad, esto que acababa de ver era un fenómeno realmente novedoso. Novedoso porque uno venía acostumbrado de toda la vida a ver ese tipo de grafittis y pintadas, pero dedicadas hacia alguna figura política o hacia algún partido ídem. Uno no se hubiese esperado algo así, pero dedicado a una empresa o hacia un medio de comunicación. A las empresas no se las cuestionaba. Yo, de treintaypico, habiendo sido criado durante los 80s y los 90s y siendo un hijo directo del neoliberalismo, crecí acostumbrado a la política como mala palabra, a la política desprestigiada. Corrupción era sinónimo de clase política, y viceversa.
Los medios y sus comunicadores, por el contrario, eran los paladines de la verdad, los héroes impolutos, los justicieros enmascarados que venían a defendernos de esos crápulas que ocupaban puestos en el gobierno y el parlamento con fines espúreos.
Nuestros justicieros, nuestros héroes populares, nuestros guías en medio de la oscuridad estaban en Telenoche Investiga, en CQC, en La Cornisa. Los Luis Majul, los Santo Biasatti, los Mario Pergolini, las María Laura Santillán. Ellos eran valientes, osados, transgresores, y a la vez impolutos, puros, prístinos. Gozaban de un lugar privilegiadísimo. Casi tanto como el de sus patrones, y mucho más que el de cualquier político. Y desde sus puestos de lucha, ellos denunciaban a los funcionarios coimeros, los filmaban con cámaras ocultas y los exponían ante la opinión pública. Claro, no era algo muy difícil tampoco: simplemente se la estaban agarrando con sus empleados, con sus subalternos. Como un capataz regañando a un albañil. Como el dueño de una verdulería cagando a pedos delante de las clientas al empleado que tiró al piso una montaña de naranjas, sin querer.
Porque, convengamos también, no se metían con mucho pez gordo que digamos. Telenoche Investiga era un matadero de perejiles. Perejiles corruptos, malos, jodidos, deleznables, feos, ladinos, chantas, abyectos si querés, pero perejiles al fin y al cabo. Peones. Funcionariuchos. Concejales. Sub-secretarios. Y CQC sigue siendo un caza-perejiles al día de hoy, cuando dedica buena parte del programa a ridiculizar a un pobre boludo en Andalgalá que se quedó con un aire acondicionado, o a un forro que se quedó con una computadora. Y Rolando Graña y su GPS es la misma mierda. Y Policías En Acción también.
Es que en los 90s no le podías tocar el culo a alguien realmente poderoso e irte campante a tu casa. A Cabezas se le ocurrió ir a por Yabrán, y mirá lo que le pasó. Acordate de Regino Maders, acá en Córdoba. De los muertos del menemismo, de la extraña muerte de Carlitos Junior, de los testigos que murieron en "accidentes", "suicidios" y "asaltos". Hasta a Pino Solanas, el hoy recontragorila Pino Solanas, mirá de quién te hablo, le metieron seis tiros en las piernas por cacarear demasiado.
Volviendo otra vez al bondi, y después de haberme ido bastante al carajo: Así fue que, camino a Retiro, ví esas irreverentes pintadas que me vinieron a mover la estantería, a cambiar la bocha. El concepto "Clarín miente" acababa de nacer.
Con el correr de los días, las semanas y los meses, "Clarín miente" pasó a ser la batalla cultural primordial del kirchnerismo. Era urgente acostumbrar al resto y acostumbrarnos a nosotros mismos a la idea de que los medios de comunicación bregaban por sus intereses económicos, y no por nuestro bienestar. De que los medios no son conventos poblados de carmelitas descalzas, sino empresas voraces llenas de buitres que se rigen por la ley de la máxima ganancia como la que más, y que están dispuestas a cualquier cosa con tal de lograrla. De que la objetividad no existe. De que el "periodismo independiente" tampoco. De que les chupa un huevo lo que te pasa a vos y a mí, a menos que hablar de eso que te pasa a vos y a mí les signifique ganar unos mangos más. Si esto no estaba claro, y si no se laburaba fuerte sobre esta idea, no se podía seguir adelante. Nos lo teníamos que hacer carne nosotros, los que estábamos más o menos en la movida, y se lo teníamos que transmitir con suma urgencia a los que no.
Y así fue: confolletos, con afiches, con cantitos, con pancartas, con calcomanías, con más pintadas, con alguna voz disonante en los mismos medios de comunicación, con el boca a boca, con aquél famoso "¿qué te pasa Clarín, estás nervioso?", fue que de a poco la idea fue prendiendo. Sí, más vale, Clarín hizo lo suyo, eh. Quedó en claro que el monopolio (u oligopolio o como carajo le quieran decir) tiró a la mierda toneladas de prestigio, de credibilidad, de ese poder acumulado y que tantos años, tanto negociado, tanto lobby y tanto chanchullo le había costado construir, en su cruzada contra todo aquello que fuese K. Es que algunos titulares espantaban sin necesidad de andarlos explicando mucho.
Pero es evidente que el trabajo de zapa, ése que se hizo (que hicimos, quiero incluirme, me encanta incluirme) por debajo, puteándonos en el laburo, en la facultad, en internet, perdiendo amigos de años, haciéndonos mala sangre, cagándonos de bronca infinidad de veces, sirvió, y mucho.
Llegamos al día de hoy en que desde el clasemediero más pedestre hasta el gorila más enardecido te tiene que reconocer, no sin cierta cuota de incomodidad y medio a la fuerza, que Clarín miente. Que a Clarín le interesa más ganar plata que informar a la gente. Pueden odiar a muerte a Cristina, decir que el gobierno está lleno de montoneros, temer por la "chavización" de nuestro país y hasta bramar pidiendo por un pronto golpe de estado, pero así y todo Clarín nos miente y no hay vuelta que darle. Aunque más no sea como una concesión hecha a regañadientes, y que nos tienen que hacer a nosotros (los que defendemos este proyecto a cambio de un vino y un chori), para no parecer unos adoquines. Aunque algunos ni siquiera se la crean del todo. Y ésa, hay que decirlo, es una batalla ganada y no tiene vuelta atrás. La gente ya no mira TN con los mismos ojos, ni lee Clarín de la misma manera. Al menos no el grueso de la gente.
Esto lo prueban la disminución de visitas al portal www.clarin.com y la caída en la venta de ejemplares de la versión impresa del diario. Chequeen sino.
Y fue gracias a esto que, poco a poco, se fueron dando las condiciones para que se haya podido llegar a plantear, impulsar y aprobar la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Y para que ahora se pueda plantear y discutir el proyecto de ley para declarar de interés público la producción de papel de diario. Haberlo intentado antes sin generar estas condiciones previamente hubiese significado un suicidio político. El país en llamas. Un hondurazo. Otra vez el helicóptero. No sé, mejor ni pensarlo.
Pero bueno, ahí está, ahí lo tenés: "Clarín miente". Y vení a discutírmelo, la puta que te parió.
Volviendo, no al bondi, sino al título de este post: el "Clarín miente" viene a ser el nuevo piso (usar las ideas de "piso" y "techo" para adornar una explicación me encanta), desde el cual tenemos que ir generando nuevas consignas. Hay que generar más y más sentido común, con ideas simples y de simple asimilación. Me refiero a que, de la misma manera que escuchamos en la calle un "lo que hace falta acá es mano dura", tenemos que lograr que salga a la cancha un "lo que hace falta acá es mayor redistribución de la riqueza" para que ambos se caguen dialécticamente a piñas.
Se me ocurren, a la sazón, algunas para ir practicando:

- "El estado tiene sí o sí que meter mano en la economía, sino estamos en el horno".
- "La inseguridad es producto de la desigualdad, no me vengas con boludeces".
- "Es simple: más industrias, más puestos de trabajo. Granero del mundo mis pelotas".
- "El golpe del 76 se dio con el fin de hacer cagar a la economía nacional y regalar nuestro patrimonio, qué guerrilla ni qué ocho cuartos".
- "Hay que llenar el parlamento y el gobierno de trabajadores".

Consignas que, tal como sucedió con el "Clarín miente" y la Ley de Medios, servirán a futuro de "colchón de sentido", como formas más rápidas y eficaces de generar conciencia, para ayudar a apuntalar socialmente a futuros proyectos de ley que vayan en el mismo sentido. Como el que presentó el diputado Héctor Recalde hace poco, impulsado por la CGT y basado en el artículo 14 bis de nuestra constitución, sobre la distribución de las ganancias de las empresas, por ejemplo. Para que a los trabajadores, a quienes esta ley obviamente beneficiaría de ser sancionada, no los tome desprevenidos repitiendo la bajada de línea que las patronales quieran que éstos repitan.
Se vuelve indispensable multiplicar por todas las vías esos conceptos que un militante se sabe de memoria, que entiende y defiende desde hace rato, pero que el resto de los mortales no está acostumbrado a escuchar, ya que no tiene de dónde hacerlo. Porque, entendámoslo, ése fue el gran logro del neoliberalismo, y sobre el que hay que laburar muchísimo: el haber conseguido que el llamado "sentido común", la frase hecha, el comentario en la cola del supermercado, el del taxista, el del vecino, el de la maestra en el colegio, etc., siempre tenga esa terrible baranda a think tank liberal conservador. El haber convertido al "ciudadano de a pie" en un militante neoliberal, sin que éste tenga ni siquiera noción de lo que eso significa.
Así que bueno, basta, ya fue. Ya estamos con las bolas por el piso de escuchar que acá los pobres son pobres porque quieren. Que hace falta mano dura. Que acá hay que legalizar la pena de muerte. Que los inmigrantes vienen a sacarnos los puestos de trabajo. Que los políticos son todos corruptos. Que las villas miserias son nidos de criminales. Que los jóvenes son todos pelotudos, borrachos y drogadictos. Que que nos gobierne un empresario nos garantiza que no va a robar, porque no le hace falta más dinero. Que es más enemigo del pueblo Luis D'Elía que la JP Morgan (bah, ¿qué carajo es la JP Morgan? Seguro que debe ser una facción de la juventud peronista. Es que con esa sigla, viste...). Ya basta. Queremos otra cosa. Y hasta que no veamos a dos vecinas barriendo la vereda y las escuchemos discutir sobre la redistribución de la riqueza, el impulso a la industria nacional, la necesidad de juzgar a los milicos de la dictadura y la unidad latinoamericana, no tenemos que ceder un puto tranco de pollo.
Y recordemos que la discusión hay que darla sin caer en academicismos, como estoy haciendo yo ahora al usar la palabra "academicismo". Hay que darla sin subirse al púlpito a declamar como un erudito. Sin querer emular a Ricardo Forster (a quien admiro y respeto muchísimo y lo creo totalmente imprescindible, desde ya, qué haríamos sin los intelectuales orgánicos...).
Bueno, decía... Hay que sacarse los moños y el birrete. Como lo hacía el general. Como lo hacía Jauretche. Usar términos simples, ironía, chistes, puteadas, juegos de palabras, refranes populares, frases cortas. Pegar, pegar y pegar. No irse por las ramas. Contundencia. Simpleza. Pim, pam, pum. Palo y a la bolsa. Como hace ahora Aníbal Fernández, por poner un ejemplo actual.
Porque, a no dudarlo, un “Sabsay cree que es constitucionalista porque toma el tren en Constitución” sacude más el avispero que 10 Cartas Abiertas. Le pese a quien le pese. Está clarísimo que ambas instancias de discusión son totalmente necesarias, pero, creo yo, lo primordial ahora es ganarle cada vez más terreno al sentido común hegemónico, ese que se replica una y otra vez en las calles.
Y basta ya de escribir. Con su permiso, me tengo que ir a la cola del super a departir con unas señoras, y de ahí a la panadería, al almacén, después a los barrios...
Nos vemos luego.

3 comentarios:

  1. Muy buena nota.
    , Te invito a conocer un blog de humor nacional y popular COMPITIENDO POR UNA PESADILLA .... ....... no es Marcelo y sus traseros. Son los gorilas y sus cagadas quienes dirimen sus postulaciones para el 2011 a través del deporte. Por medio ...del ...automovilismo:
    Reutemann y de Narváez; con ... el ...golf: Duhalde y la Carrió; con el
    tenis: Moyano y ...Barrionuevo.NUEVA NOTA en el blog de Kikito. http://www.kikitodulce.blogspot.com/
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  2. Es Ud un groso, sepalo!!!!!!!!

    abrazo

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