Recuerde, señor televidente: Lo importante, lo verdaderamente importante, lo más importante de todo, es que el político de turno no robe. Si hay algo que debe preocuparnos a nosotros, ciudadanos con conciencia y compromiso, es este tema tan peliagudo de la corrupción. No deberemos ceder un tranco de pollo en esta guerra a muerte que le hemos declarado a la corrupción.
No debe importarnos otra cosa.
Y alguien lo tiene que decir: este gobierno, el de Cristina, es corrupto. ¡Es corrupto, señores, y es hora de denunciarlo, de vociferarlo a los cuatro vientos, hasta que nos quedemos sin voz! ¡Clarín nos lo advierte todo el tiempo, y nosotros seguimos como si nada! Es que esto de la corrupción es tan pero tan grave, que invalida automáticamente cualquier logro, cualquier hecho positivo generado por este gobierno. Importa tres carajos si hay cada vez menos desempleo, si se redujo la pobreza, si bajaron drásticamente la indigencia y la mortalidad infantil gracias a la Asignación Universal por Hijo, si aumentó la matriculación en los secundarios, si los homosexuales pueden casarse, si tenemos ley de medios, si se reactivó la industria, si a los jubilados se les aumenta y se les paga en tiempo y forma, si se está metiendo en cana a los genocidas de la dictadura, si los trabajadores volvieron a tener paritarias, si volvieron la discusión política y la militancia, si este gobierno hizo más escuelas, carreteras, hospitales y obra pública en general que todos los gobiernos anteriores juntos, si se están batiendo todo el tiempo récords de consumo y de afluencia turística, si la gente está contenta, etc. Todo eso es caca, feo, popó. Poco importa. Acá nosotros debemos velar porque el político no-ro-be. Jamás.
Obvio, jamás deberemos ocuparnos de enterarnos si los empresarios roban, coimean, evaden, presionan, conspiran, explotan a sus trabajadores y persiguen a los que están sindicalizados, hacen lobby, incumplen normas de seguridad o cosa que se le parezca. Con los empresarios es otra la historia. Por eso CQC saca a un concejal de Jujuy que se quedó con un aire acondicionado de mierda, pero jamás a Nidera que tiene a sus peones rurales durmiendo hacinados entre la mierda y comiendo mierda podrida. Porque esa es la lección que hay que darle a la gente: el político roba, y sanseacabó. La discusión se acaba ahí. No importa el fondo, importa la forma.
Pasa que meterse con los empresarios que anuncian en estos programas ya es más complicado, ¿Viste? Porque, entendeme: ¿Cómo van a hacerse los transgresores si no tienen la papota que los sustente? ¿Eh? ¿Qué pasaría con CQC, GPS y todos esos programas comprometidísimos que denuncian a los malvados políticos que se quedan con un televisor de mierda o con una computadora pedorra? ¿Dónde tendría eco el clamor popular, el grito en la calle, el llanto del pueblo azorado porque no puede dormir por la noche pensando en ese pobre pelotudo en Andalgalá que es concejal y se quedó con un aire acondicionado que no le corresponde? Porque, por favor, no vayan a creer que estos programas están para llevar calma a las mentes burguesas que quieren expiar su cuota de "compromiso con la realidad" indignándose con un pobre perejil en la loma del orto que se quedó con un vuelto, eh. Esto es cosa seria. Esto es periodismo verdad. Esto es ir hasta el hueso, es jugarse la vida, es meterse con los pesados, los bien pesados.
En síntesis: La corrupción es un sobre por debajo de la mesa, y no un pendejo oliendo fana en una villa. La corrupción es un intendente que sobrefacturó en una obra para quedarse con unos billetes, y no el peón rural que se muere con las venas y los pulmones llenos de glifosato. La corrupción es un triste pelotudo que vende faso en un kiosco de diarios, y no un viejo muriéndose de frío en la calle. La corrupción es lo que la televisión diga. Que nunca se le olvide, señor televidente.